Te conozco. Estás de fiesta porque murió Fidel.
Sos el Señor Gusano. Estás de festejo porque pensás que la historia va a volver
para atrás, que las agujas del reloj van a iniciar un viaje al revés, que todo
va a volver a ser como antes.
Tal vez, en los hechos, vayas a tener razón.
Puede que vuelvan las chicas a nadar desnudas en los hoteles, que regrese la
Cuba prostibularia y drogona y acaso encuentres a algún pariente de la línea de
sangre de Fulgencio Batista, que quiera presentarse como candidato de una eventual
elección controlada electrónicamente, con padrón de sufragantes calificados y
todo.
Acaso ya estén pensando en levantar el bloqueo
de sesenta años volviendo a venderle a la isla lo que no fabrica: petróleo,
jabón, manteca, papel, fósforos… en fin, la lista es larga; poné todo, tachá
azúcar. Pensándolo mejor: tachá lo que hasta hoy sobró en la isla: educación,
sanidad, alegría, solidaridad, amor propio, esperanza. Los negocios van a ser
para vos y tus amigos.
Ahora va a venir el palabrerío libertad y
democracia en miles de kilos de papel y tinta de la prensa libre, la que calló
el bloqueo, la que empuja los negociados en el mundo entero, la de las guerras
fogoneadas por los vendedores de armas, la que calla las pruebas de los
laboratorios medicinales, la que esconde
a los curas pedófilos, la que silencia Guantánamo. De paso, anotá, andá pidiéndole a Trump que
prepare la ampliación porque van a ser pocos los calabozos.
Te conozco, Gusano, vos no viste la multitud, los
millones de cubanos que rindieron un saludo de respeto y silencio mientras
pasaban las cenizas de Fidel. No viste porque estabas de pinchazo y esnifada
festejando la muerte de un hombre que se alzó en defensa de ese pueblo.
Decís que faltaba jabón y papel higiénico, que
mendigaban monedas a los turistas y otras miserias provenientes del aislamiento
forzado por más de medio siglo. Decís que faltó libertad. Vos y tus amigos pregonan la libertad del desnutrido y el indigente. Nunca vas a entender que techo, educación, atención médica y dignidad son elementos que constituyen la base del hombre libre. Estas miserias son tus medallas de latón, las que cubren tu pecho, preseas que ganaste por morder el polvo en Playa Girón, premios al demérito de haber sido cómplice de la pobreza de tu país desde la tierra del enemigo.
Te conozco, Gusano, por tus venas corre la
sangre de un apátrida y aún, te digo, si volvieras a Cuba a regentear boites y
cabarets, nunca encontrarás la forma de perder esta condición.