jueves, 7 de febrero de 2013

Señor de los votos

Sos el que recibe mi voto. Yo, el idiota que lo pone en la urna. 
Por momentos no sé qué diferencia hay entre vos y el que se sienta enfrente. Tampoco distingo muy bien entre tu sonrisa y la del otro. Pareciera que hubieran ido los dos al mismo dentista. Las treinta y dos piezas dentarias impecables encandilan desde los carteles a todo color que -como si ambos fueran una zapatilla o un jamón cocido natural-, veo en esquinas, en la banquina de la ruta y en autopistas. 
Mostrás una sonrisa de un millón de dólares, tu nombre en letras de molde y, siempre, el dato de un año: 2000, 2004, 2008. Ahora ponés 2015. ¿Es una promesa? 2015. FULANO 2015. Me pregunto qué querrás decir. También me pregunto por el otro, tu oponente.
Hace poco disfruté de cinco días de vacaciones en la costa. Bastante más que muchos que no pueden ir ni a la plaza y bastante menos que los dos o tres meses que vos mismo decidiste que te corresponden por año. Bien mirado, nunca se sabe bien cuándo trabajás. 
Mejor sigo con mi viaje de descanso: Iba por la ruta y me distraía tanta oferta. Decenas de apellidos me incitaban desde los alambrados. FULANO 2015. Me incitaban, sí, pero te confieso que no lograban seducirme. La zapatilla prometía que corría más, el jamón que sabía mejor, la cubierta que tenía agarre, el herbicida que no dejaría ni un yuyo y el hotel que sería el más cómodo. Pero vos no decías nada. FULANO 2015. Y el otro, MENGANO 2015. 
No te entiendo, señor de los votos. ¿Qué querés decir? Me dejás pensando. ¿Sos un producto? Pienso y pienso pero no llego a darme cuenta. Los productos vienen en envases o en paquetes pero si te compro, el que queda empaquetado soy yo. Claro, yo soy el idiota que vota. 
Hace años que vengo probando. ¿Será que siempre me equivoco? Ya casi estoy convencido de que la mayoría siempre se equivoca. Cuando cambio mi voto, lo hago para que vos te vayas. Disculpá, pero es porque no quiero verte más sentado en una banca. Si me sale bien, no resultás elegido. Pero entonces pelás la tarjeta MANDATO CUMPLIDO y seguís metido en el reñidero. 
¿Qué es eso de mandato cumplido? ¿De qué galera lo sacaste? Así que antes de que te vote sos 2015, después sos mi representante y más tarde mandato cumplido. Eso para no hablar de las fundaciones y consultoras que conformás. Siempre vigente, siempre dando vueltas. Una rémora. Para colmo, detrás de vos queda un reguero de hijos, nietos, amigos, choferes, secretarias y asesores. 
Pero vuelvo a los carteles: Resultás muy predecible. Sólo tengo que sumar 4 a la última cifra que ponés junto a tu apellido. 2015, 2019, 2023… Un poco aburrido, ¿no? ¿No se te ocurre otra cosa? ¿Ya no te quedan ganas de prometer? Me da por pensar que es una actitud propia de un idiota. 
Sin embargo, el idiota que vota soy yo. Eso no me lo quita nadie. El cartel que ponés, el sueldo del mozo que te sirve, los pasajes de avión (canjeables por efectivo), el teléfono celular y demás gastos los pago yo. Ahora que pongo “demás gastos” me da por pensar en los asados, en los agasajos, en el buen vino que tomás con la plata de los giles como yo. Mejor no sigo. Resulta abrumador. 
¿O será que no podés decir lo que pensás hacer? Últimamente estoy escuchando hablar a muchos ex ministros de economía (mandato incumplido); ninguno fue. Estábamos entre los veinte primeros países del mundo y ahora andamos por el puesto ochenta o peor, pero no fue culpa de ellos. Son todos sabios. Lo que pasa es que yo no entiendo. 
No entiendo pero tengo algunas ideas. Por ejemplo: que los ministros de economía firmen una garantía comprometiendo sus bienes para el caso de que su plan no funcione; que los senadores tengan que devolver los sueldos y no cobren jubilación si no actúan bien; que los… ¡bah! ¿Para qué seguir? Sabés perfectamente lo que quiero decir. 
Desde luego, vas a argumentar que la democracia tiene algunos problemas, pero no conocés otro sistema mejor. No tengo respuesta, sólo soy el que vota. 
Entre vos y tus amigos armaron un lindo circo, sí. El único problema es que tus payasos me hacen llorar y tus magos me sacan el dinero del bolsillo.

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